Después de la paliza que me dí de hacer galletas con el calendario de adviento no había vuelto a hacer galletas con glasa de este tipo (con varios colores, quiero decir). Tenía sin estrenar unos cortapastas gigantes de navidad que me trajo mi marido de Ikea, y escogí un par de modelos que aun siendo navideños, aún cuelan pasada la navidad por "invernales".
Unas manoplas:
Y unos niños que parece que estuvieran jugando en la nieve. ¡Con las ganas que tiene mi hijo de que nieve! (y el pánico que me da a mi que tengo que coger el coche)...
Me apetecía experimentar un poco con rayas, jaspeados y demás, y la verdad es que me lo pasé muy bien, pero algunos diseños se me emborronaron un poco... Me da bastante rabia, parece que está perfecto y al rato... borrón de color sobre el color de abajo (que casualmente suele ser el blanco). Veo galletas tan bonitas y tan perfectas en otros blogs... pero bueno, poco a poco se va aprendiendo. Hace un año no hubiera ni soñado con hacer galletas como éstas, así que todo lo que sea mejorar, bienvenido sea. A mis peques les encantaron, que era lo importante. Y las galletas son tan grandes que con una galleta y un vaso de leche ya tienen resuelta la merienda, ja, ja, ja... Lo cierto es que esas son TODAS las galletas que salieron con la receta que habitualmente hago (y suelen salir muchas, de tamaño mediano), para que os hagáis una idea, el plato de la foto no es un plato, es una fuente de servir.
En fin, las próximas galletas ya para San Valentín (no es una fiesta que me guste celebrar, pero como hacer galletas no lo considero caer en una fiesta consumista, probablemente algo haré) o si no, para carnaval, que también me apetece.
Si es que yo me apunto a todas las fiestas, hay que ver... ja, ja, ja...