El año pasado mi hijo quería una tarta de vaqueros para su cumple, pero al final me pilló el toro y como no tenía tiempo de hacerle muñequitos modelados y no los encontré de plástico, opté por hacer una de indios. Este año me he organizado un poco mejor (aunque ha sido una semana de locos, la verdad) y para compartirla con los tíos, primos y abuelos, le he hecho su tarta tal y como la quería:
La verdad es que ha sido complicado porque no ibamos a ser muchos, la tarta tenía que ser lo suficientemente alta, pero tampoco demasiado grande porque no quería que sobrara la mitad... Y la idea era hacer al menos dos edificios emblemáticos del oeste, así que al final, por un lado la oficina del sheriff, y por otro el banco.
En la oficina del sheriff tenemos al sheriff y un ¿ayudante? o vecino que le acompaña (ahora que caigo, será un vecino porque no lleva estrella) aparentemente vigilando, junto a un cartel con el forajido más buscado del oeste...
¡Pero qué despistados! ¡Si el forajido está a la vuelta de la esquina, a punto de atracar el banco!
En fin, espero que os guste. Reconozco que no era exactamente lo que yo tenía en mente, pero no quedó mal, y sobre todo a mi niño le encantó, que es lo que cuenta. Los modelados no me dieron demasiados problemas y creo que quedó simpática.
Ah, bueno, por cierto, el bizcocho es de yogur de chocolate (bizcocho de yogur pero con una parte de cacao en polvo) relleno de swiss merengue buttercream de chocolate, con almibar de caramelo. La cubierta de fondant, en este caso Sodifer. La verdad es que lo compré para probar y no acabo de hacerme con el, prefiero con diferencia el Credipaste.
Os pongo foto del corte ¿a que tiene buena pinta?
Y las galletas, que casi se me olvidan. Galletas de vainilla decoradas con glasa y rotulador alimentario.
Pues nada, ya sólo me falta poner la última tarta, la de la celebración con sus amiguitos del colegio. Si es que los cumples en mi casa parecen más bien bodas gitanas, que la celebración dura tres o cuatro días... ja, ja, ja...
Zorionak, Aimar!