El año pasado por estas fechas reuní en casa a mis hijos y algunos de mis sobrinos y organicé para ellos un taller de decoración de casitas de galleta. Yo ya tenía las piezas de galleta previamente horneadas y lo que hicimos fue unirlas y decorarlas con glasa blanca, en plan sencillo. Los niños se lo pasaron pipa, las casitas quedaron genial y es una experiencia que merece la pena pensar en repetir.
Aquí se ve a los artistas en plena faena, cada uno con su manga pastelera:
Dos de las casitas ya montadas y decoradas:
Cada uno terminando su trabajo:
¡Si es que quedaron preciosas!
Alguna con un montón de nieve en el tejado. ¡Vaya sobredosis de azúcar!